Cuando una institución pierde los papeles en los medios pasa lo que pasa; en unos más y en otros menos, dependiendo casi siempre de la dirección editorial del medio cuestión. Unos abogan por la prudencia, otros van a degüello y sin complejos, los terceros se hacen oídos sordos y los siguientes defienden lo indefendible. Pero los tiempos han cambiado para bien o para mal. Las televisiones, las radios y los periódicos impresos ya no tienen el monopolio de la opinión. El pueblo llano tiene algo que decir y, lo que es más importante, tiene en sus teclados el medio de expresión más libre: La Red, internet con sus foros, bitácoras y demás herramientas de interactuación social. Las noticias van más rápido que nunca y las opiniones vuelan. El humor es lo último que nos queda para criticar una realidad injusta, unas instituciones corruptas y una situación que nos da vergüenza ajena.
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