Pues nada, que nos vamos al cine. ¡Qué acontecimiento! Si, lo es. Después de tantos años sintiéndote engañado al levantarte de la butaca, como que ya no pagas la entrada, lo descargas directamente y lo ves en tu casa con tus amigos tomando una cervecita y tal y cual. Pero un par de veces al año hay que hacer alguna que otra excepción. Sobre todo con el malogrado cine nacional que da pena, penita, pena; con tanta guerra civil y dramas sin lágrima o comedias sin carcajada. Pues en eso que nos juntamos los tres amigos porque si, porque esta hay que verla que es "Made In Spain" y somos como muy de apoyar la exigua industria nacional cuando vemos una luz al fondo del túnel, por pequeña que esta sea. Actores internacionales de renombre pero el resto, que no es poco, del país de la pandereta, que ya quisieran otros tener semejante instrumento de percusión de piel de oveja sin lana o piel de panza de burro como insignia nacional. Una historia basada en hechos reales, algo que nos ayuda como espectadores a meternos en la historia y creernosla a pies juntillas aunque el director exagere y se le vaya la pinza. Así que ni cortos ni perezosos nos sacamos las entradas, pagando ese 21% de IVA añadido que, tampoco es para tanto, el cine era caro y lo sigue siendo un poquitín más; no hay que rasgarse las vestiduras como Pilar Bardem y toda la Progre-Family. Y claro, un día así hay que sacarle partido: Nos fumamos un cigarrito de la risa de marihuana entre los tres, así como para celebrar el estreno. No llevábamos vestidos largos de fiesta de Elie Saab o Dolce & Gabbana, pero entramos colocadas como estrellas de rock; si, de las de antes, ésas que perdían el rumbo y acababan como muñecas rotas del éxito. El show, por llamarlo de alguna manera aunque mejor quedaría "chow", comenzó ya en el puesto de las gominolas. Fué un escándalo, un atropello, con esta crisis que llevamos en las venas femoral, yugular y coronaria. Dos tipos de gominolas las low cost a 1,95, las más pesadas, tipo plástico comestible condensado con azúcar. Y las supreme a 2,25; éstas más en plan algodón, azúcares oxigenados y diseños elaborados. Eso si, mucho colorín en ambos casos. Una pena lo que se pierden los daltónicos, un espectáculo visual de comida basura multicolor. Vamos, con deciros que las había de colores fluor, que son lo más esta última temporada en la moda, os lo digo casi todo. Allí nos vino el primer subidón sin tsunami, cuando nos dimos cuenta que habíamos mezclado las gominolas supreme con las low-cost-ryannair. Separarlas in situ con la tendera mirándonos a distancia fue una situación absurda muy de pelicula de Jose Luis Cuerda. Porque claro, como nos dijo la chica, uniformada de cinesa: "Si me vienen mezcladas yo cobro el peso total pero como si todas fueran de las caras... claro!". Aquello es una mina de oro. Esta más caro el kilo de gominolas que el kilo de solomillo. Claro que como las venden a tanto por los 100 gramos como que parecen very cheap y nada expensive... Y eso, que todo muy increible: las escarelas, manuales y mecánicas, los mostradores, los sillones de espera antes de entrar al cine en si. Todo fabuloso porque la vida colocada se ve de otro color, ves cosas que no apreciarías de otro modo. Y ese día tan especial como que había que meterse en el guión, vivirlo, disfrutarlo, sentirlo, estar dentro de la pantalla, actuar, sentirte rubia arrastrada por la ola, madre y mujer dolida pero con el rimmel en su sitio hasta el minuto 40 del metraje. En esto que ya faltaba poco para el inico y nos entró un ataque de hambre descomunal, bárbaro rey. Así que pasamos por el Pans&Company. He de reconocer que nos costó elegir un montón, había tanta variedad de bocadillos que te podías volver loco; tantos acabados y mezclas. Y unas fotos de los mismos increibles, que pinta, maravillosos. Claro que una cosa es verlos en los carteles y otra muy distinta tenermos entre tus manos y sacarlos del sobre de papel. Te puedes quedar tonto al comprobar que no es que no se parezcan, es que no tienen absolutamente nada que ver. Publicidad engañosa pura y dura, que debería esta penada. Pero bueno, que si así fuera acabaríamos en la cárcel todos. Los directivos de las industrias de cremas anti edad los primeros, seguidos de los de los detergentes que llevan treinta año mejorando sus fórmulas blanqueadoras, las agencias de viajes con tours a México desde, solo desde, 250 euros, etc, etc.
Pero vamos al grano que el tiempo es cobre: entramos al cine y nos sentamos en esas butacas centradas, cerca de la pantalla, de otro color, si... Las butacas vip (very important puta), más caras y más absurdas pero más en plan vuelo de Lufthansa Bilbao-Munich. No habíamos comenzado la película que, no sé os estaís dando cuenta, pero la estamos analizando en profundidad y coherencia, y ya nos habíamos comido las gominolas; las más dulces, las menos y las que picaban que nunca pican tanto como deseas. Y todo empezó muy bien, sin risas, que estabamos en una película seria, en un dramón nacional. A mi los nombres de los actores como que no se me quedan. Iba a hablaros de la Scarlett Johansson porque es que las mezclo todas, las rubias me despistan y oxigenan los recuerdos, pero no. Una de los protagonistas de este peliculón es Naomi Watts; y digo una de los protagonistas porque no es la única, es una película coral dónde cada personaje sostiene gran parte de la historia. Naomi Watts esta fantástica, es como Nicole Kidman, tambien rubia, pero sin bótox. Si, más auténtica, más natural. Hace un papelón super creible, y lo hace bien. Cuando la ves en las entrevistas con esa cara angélical no sospechas que su gesto de dolor actuando sea tan auténtico, tan de "necesito un Oscar ipso facto". Ves el sufrimiento en sus ojos (si, sin rimmel a partir del minuto 40) en el arrugamiento de su rostro compungido por el drama. Desde ahora super fan de la Naomi, todas las Naomi son fantásticas: Naomi Watts, Naomi Campbel con su celulares como arma arrojadiza, incluso Nomi Malone, el personaje de Elizabeth Berkley en Showgirls, que la falta una "A" para llegar a las demas Naomis pero fué lo más si o si. La Watts se despeina, se llena de cardenales y arañazos, todos muy auténticos y de supurar durante todo el metraje. La ola la lleva, la trae, la zarandea en plan Balay lava ecologica y eficientemente. Y ella aguanta, aguanta por sus hijos y por su marido, que es ejecutivo y lo gana bien, digo yo. Los niños perfectos, muy bien elegidos. El mayor es coprotagonista sin lugar a dudas, borda su papel. El más pequeño para comérselo con una bechamel, una ricura de peque; de éstos que no deberían crecer, como los chihuahuas. Un bebé de lujo que ha sido alimentado con harinas Nestlé por lo menos, nada de Blevit, Hero o Nutriben que no hay color. Ewan McGregor pues muy bien, como siempre. Este chico queda bien en cualquier film, es guapo, resultón y transmite. Un blanqueamiento dental si acaso le vendría de maravilla pero, por lo demás, otro protagonista, quizás con menos tesón que el resto en la historia, pero imprescindible. Ahora ya nos metemos con el resto de elementos, los que componen el todo. La música ni fú ni fá, buena pero no para volverte loco. Esta como digamos, bien elegida, sin más. De calidad pero sin personalidad propia. Los efectos especiales muy buenos y, lo que es más importante, comedidos. No desplazan a los personajes en ningún momento. Si la película fuera americana el tsunami hubiera llegado hasta el final del metraje, y en vez de dos olas asesinas hubieran surgido treinta. Y, por supuesto, hubiera habido más cadáveres y miembros amputados por doquier. Pero no, estamos ante una joya "Made In Spaín". Ni "Made In Usa" ni "Made in Catalonia...¿Cata-qué?". Los efectos envuelven la historia en su justa medida. Son creíbles 100%. En conjunto es una buena pelicula, tampoco para morirse ni salir en camilla del cine como se ha escuchado que ha ocurrido en su estreno en algún cine. Pero vamos, que yo me lleve un gran susto cuando vi a uno de mis amigos abanicándose con la mano así, en plan lo más masculino que uno se puede abanicar a sí mismo en esas circunstancias en mitad del tsunami. Al principio me asuste y dije: Vaya, esto es peor que los efectos colaterales de la visión de la primera parte de REC. Al salir del cine ya me dí cuenta y me explicó que había sufrido una "pálida" o bajón de tensión de la marihuana. Tenía toda la espalda sudada y se había tenido que descalzar de la impresión que le dío el tsunami colocada hasta las trancas. Después del cine tocó cigarrito de tabaco corriente, por supuesto, y un pequeño coloquio en plan: que buenos somos que no salimos de fiesta la noche del sábado, que pelicula, que peliculón. Recordamos la anterior película de Bayona: El Orfanato. A mi no me llegó. Recuerdo a Belen Rueda fantástica pero no más. Entonces caí y me dí cuenta del verdadero drama que escondia el dramón fílmico en si. Belen Rueda odia a Naomi Watts. Ese papel debería haber sido suyo. Ella debería haber protagonizado Lo Imposible. Pero claro, Belen no pasó del decimo noveno fascículo del curso de inglés "Follow Me" en los ochenta. Creo que era de la editorial Plaza & Janes o bueno, en aquella época tal vez de Bruguera, la editorial del comic del Capitán Trueno. A lo que íbamos, que se ha producido una coincidencia interplanetaria entre la Watts y la Rueda a lo Leire Pajín. Que son rubias y que se odian a muerte. Y que si Naomi Watts ha protagonizado Lo Imposible, Belen Rueda no es menos y se ha lanzado desde un velero a la profundidad del océano con Leches Puleva, me va, me va, me va. Y esto es todo, que no es poco. Volveremos al cine en el 2013...
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